Hoy me apetecía aprovechar este espacio para hacer un pequeño homenaje a una gran persona de la que he aprendido mucho en estos años. Es difícil determinar si es más grande como persona o como profesional, porque si como persona es grandísimo, como profesional en la dura labor del pastoreo (una de esas profesiones en peligro de extinción) es enorme. Hemos tenido la suerte de compartir parte de una jornada laboral, por ejemplo, bajo el implacable sol de agosto y sabemos a ciencia cierta que es casi imposible seguirle el ritmo...
Pues, lo dicho, mi más sincero homenaje a los profesionales que como él, siguen dejándose la piel haga frío, haga calor, hayamos dormido o no, etc, etc, etc.
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